0

So You Think You Can Dance.

Imagen

Imagen

 

Por qué siempre que lo pienso, pienso que no puedo? Por qué? Por qué me da miedo contarle a la gente lo que quiero? Por qué no puedo contar mis sueños? Porque tal vez nunca llegue? O por miedo a que si lo cuento se desvanezca en el aire? No lo sé. Pero el miedo me persigue siempre. Y me lastima.
Desde que tengo uso de razón, me imagine arriba de un escenario o en frente de una cámara. Pero simplemente estaba en el piso, en frente de una ventana o espejo. Ni si quiera en frente de gente porque me da pánico. Pánico escénico? Sí, tengo. Pero lucho con eso todos los días y lo encierro adentro mío. Aunque muchas veces sale y arruina todo.

Cuando me preguntan qué quiero ser yo respondo: Administradora de Empresas. Cuando en realidad mi cerebro, mi alma, mi corazón y mi cuerpo entero me dicen que no nací para eso. Y adentro se me mueve todo, queriendo salir. Odio que me pregunten qué voy a estudiar, qué voy a hacer de mi vida. Sabes lo que quiero? No, no lo sabes. Porque tampoco quiero encerrarme todo el día en una oficina, planificando cosas. No quiero eso. No quiero hacer cuentas, cerrar el mes haciendo balances, presupuestos, contabilizando gastos. Que si me gusta? Sí, me gusta. Los números me gustan mucho y son fáciles. Me gustan los mecanismos. Pero definitivamente no son para mí. No terminan de conectarse conmigo. Es como si solo trabajara mi cerebro y mi cuerpo quisiera irse. Hice miles de balances y miles de presupuestos. Sí me salen, sé cómo hacerlos pero el hecho de estar sentada horas para terminarlo no me gusta.

Qué me gusta? Qué quiero hacer? Simplemente prefiero levantarme a las 5 am para una jornada de horas de ensayo antes que levantarme a las 5 am para ir a la oficina. Prefiero caerme arriba de un escenario antes de que me salga mal un presupuesto. Prefiero conocer a miles de personas por día que estar siempre con las mismas. Prefiero subirme cada vez a un escenario diferente en diferentes lugares del mundo antes de estar siempre en la misma empresa. Prefiero aprender otros idiomas cantando, que yendo a un curso para el trabajo.
Prefiero bailar, prefiero cantar, prefiero actuar y ser yo misma antes de andar contando números.
Qué siento cuando bailo? Siento que todo el mundo me mira y no me da miedo. Siento que me transformo y esa persona con pánico ya no existe. Todo a mi alrededor se va y estoy yo arriba de un escenario. Mi cuerpo se suelta, se deja llevar por mi alma que sale desaforadamente como el viento, mis pensamientos van a mil… Tan rápido que ni yo entiendo lo que pienso. Son miles de cosas que corren en mi mente y no puedo alcanzar ninguna. Todo se alborota y mi corazón late como si nunca en mi vida hubiera latido antes.
Mi cuerpo, alma y corazón se sienten alagados cuando me miran. Se sienten apreciados. Los aplausos me llenan, las sonrisas me hacen bien y la música…

…La música es la guía de mi vida.
0

Madness.

Imagen

 

Estaba en todos lados. Él no estaba pero yo sabía que era su sangre. Era la culpa que me estaba comiendo viva?
Comenzó a hacer calor, sentí que cada vez tenía menos aire. Era mi imaginación o las paredes de mi casa estaban a punto de aplastarme?
Sentí la desesperación y quise secarme el sudor de la frente pero seguía manchándome con sangre por todos lados… No podía parar. Tocara donde tocara, la sangre estaba ahí.
Corrí al baño para lavarme y me mire al espejo: Mi rostro ligeramente redondo y cansado estaba manchado con tierra y sangre. Tierra? Sangre? Mi pelo estaba despeinado y enredado, suelto. Me daba más calor.
Comencé a lavarme las manos con jabón .. El agua empezó a mancharse de rojo y no paraba. La sangre estaba ahí, no se iba y yo empezaba a desesperarme. No sabía que hacer, empece a llorar a mares e incluso las lagrimas se teñían de rojo y caían por mis mejillas hasta mi cuello.
Cuando quise parar de llorar, las lagrimas seguían cayendo… Pero ahora era sangre pura, gotas que tenían vida propia y se extendían por toda mi cara y mi cuello.
BASTA! BASTA! BASTA!, POR FAVOR, BASTA!
Me caí en el piso del baño, de rodillas. Me dolía el pecho. Mire mis muñecas que emanaban sangre sin parar… Y el corte se hacía cada vez mas grande. Estaba desangrándome. No era su sangre… Era la mía.
Me levante, corrí al teléfono, levante el tubo, marque, sonó 3 veces…
– Hola?
– Perdón. Perdoname.
El pecho dejo de dolerme, y los cortes se cerraron… Cuando miré mis muñecas no habia sangre… Tampoco en mis maños, ni en mi cara.
Había sido liberada.